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sopas de pescado y marisco

Mamie Merle Sirvió Sopas Toda la Vida


[Jocelyn Y. Stewart] A los 83 murió Mamie Merle Hatleberg. Prodigaba sopa y amabilidad en su olla común de Costa Mesa. [No es ella la de la foto].
La puerta de la casa donde se crió Mamie Merle Hatleberg estaba marcada con una enorme X negra, un signo que decía a los hambrientos mineros del carbón: Aquí te servirán una buena comida.
De niña, Hatleberg ayudaba a su madre a servir esas comidas; ya adulta, dirigió Someone Cares, un comedor popular de Costa Mesa que ofrecía comidas y amabilidad a los sin casa, enfermos mentales, ancianos y trabajadores pobres.
"Cuando no comes bien y te tomas una sopa, eso te hace sentir bien. Todo el mundo debería poder tomarse una sopa", dijo Hatleberg.
El trabajo en una olla común es una tarea que no tiene fin, y que Hatleberg realizó durante dos décadas -pese a su guerra contra el cáncer, cinco operaciones a su rodilla y la experiencia de perder casi todo el oído.
Murió el 31 de mayo de infarto en el Mission Hospital, en Mission Viejo. Tenía 83 años.
"Era una persona muy querida, muy auténtica", dijo su yerno Steve Pezman. "Siempre pensó que era una cuestión de suerte que no hubiera sido ella la que hacía la cola de la sopa. Nunca juzgaba a nadie".
Pero era firme en cuanto a una regla: En el comedor, los invitados no podían estar borrachos y colocados. A los infractores se les pedía que volvieran otro día.
Someone Cares sirve entre 250 y 300 comidas al día y ofrece un programa de orientación para los jóvenes y otros servicios. Lo lleva un equipo de doce empleados remunerados y ciento cincuenta voluntarios.
A mediados de los años ochenta, Hatleberg dirigía un programa de almuerzos para la tercera edad en el Centro Social Rea en Costa Mesa cuando vio las necesidades de la comunidad. Los niños que acababan de recoger latas de comida de un banco de alimentos cercano golpeaban en la puerta trasera del centro pidiendo abrelatas. En lugar de eso, Hatleberg les dio una comida extra.
En 1986, cuando le ordenaron parar con el programa de comida para los niños, Hatleberg renunció a su trabajo en el programa de comidas para la tercera edad. Compró una cacerola, hizo sopa y la sirvió a treinta personas ese primer día.
Al principio, Someone Cares usó la cocina del Centro Social Rea y servía comidas en el centro y en iglesias, pero Hatleberg se vio a menudo obligada a mudarse debido a los temores de los vecinos en cuanto a la clientela de la olla común. Los vecinos cercanos protestaban que el comedor atraía a sus barrios a vagabundos y gente pobre.
"Entiendo los dos lados; había problemas", dijo Hatleberg al Times en 1989. "Pero nunca había mucha gente dando vueltas... Es gente de Costa Mesa, y deberíamos cuidarla".
Para 1997, Hatleberg había recibido suficientes donaciones como para comprar el local de un antiguo restaurante chino en la Calle 19 en Costa Mesa y usarlo como la sede permanente de su organización.
Nacida en Charleston, West Virginia, Hatleberg tenía seis hermanos. Su padre era granjero y predicador. Su madre regentaba una pensión para mineros del carbón.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hatleberg sirvió en el Cuerpo Femenino del Ejército. Cuando estaba estacionada en la base aérea en March, conoció en 1945 a Maynard ‘Stretch' Hatleberg, con el que se casó. Antes de separarse la pareja tuvo ocho hijos.
Hatleberg vivió en San Clemente, como siete de sus hijos. Le sobreviven cinco hijas, Sandy Mamola, de Coeur d'Alene, Idaho; Teru Hatleberg; Patty Glenn; Deborah Pezman; y Jeanne Olms; y tres hijos, Wayne, Maynard y Greg Hatleberg.
Durante los años sesenta, Hatleberg trabajó en los servicios alimenticios del Anaheim Stadium (ahora el Angel Stadium) y se convirtió en una fan de toda la vida. Más tarde se hizo voluntaria de la Cruz Roja de Estados Unidos.
Nunca aceptó un salario por su trabajo.
"Aunque ayudaba a los pobres, ella misma era técnicamente pobre", dijo Steve Pezman.
En 1998 el ex presidente George Bush la galardonó con una Daily Point of Light Award.
Su más grande esperanza, según su familia, era que "algún día, al abrir las puertas del comedor, no encontrase a nadie ahí".

jocelyn.stewart@latimes.com

17 de junio de 2007
8 de junio de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
[viene de mQh ]

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